Progresos en el conocimiento de la Respuesta sexual Femenina.
1-En el Deseo.
Sin duda el factor hormonal juega un papel preponderante en la Función Sexual Femenina (FSF). Los niveles de Estradiol tienen relación con la vagina al través del sistema nervioso central y periférico y en la transmisión nerviosa. En modelos animales la administración de estradiol resulta en la expansión de zonas receptoras a lo largo de la distribución de los nervios pudendos, lo que permite deducir que los estrógenos afectan los umbrales de sensibilidad (14). En las mujeres menopáusicas los estrógenos de remplazo restauran en el clítoris y vagina la sensibilidad vibratoria (la más exquisita de todas y la que primero se pierde en las neuropatías periféricas) y los umbrales de sensibilidad a la presión en relación con los que existen en la premenopausia (15). La sensibilidad de clítoris e introito vaginal y vulva se pueden medir por Bíotesiometría (medición de la sensibilidad a la vibración) o con medidores de potenciales eléctricos. Con este tipo de mediciones, lo normal es de 3.8 mlA en clítoris, 4.5 mlA en labios y 6.5 en introito vaginal (24). También tienen los estrógenos una función en pro de la vasodilatación como resultado de la protección de la circulación clitoridiana, uretral y vaginal (16), lo que concede un efecto preventivo de arteriosclerosis de los territorios pélvicos. La Sintasa del Oxido Nítrico (la enzima responsable de la producción del NO) está a su vez regulada por los estrógenos; la vejez y la castración femenina traen como consecuencia una disminución de los niveles de NO lo que resulta en una fibrosis de las paredes vaginales, de tal manera que el remplazo estrogénico permite el retorno de niveles normales de NO en la vagina evitando las muertes celulares en su mucosa (17). Con el envejecimiento y menopausia y el decaimiento de niveles estrogénicos, un número significativo de mujeres experimentan disminución del deseo sexual así como de la frecuencia coital, dispareunia y disminución de la respuesta sexual con dificultades orgásmicas y merma en la sensaciones genitales. Existe una correlación directa entre la presencia de todas estas dificultades sexuales y niveles de estradiol por debajo de 50 pg/ml (15). Así pues, los estrógenos de una manera indirecta influyen en el deseo sexual al contribuir en la retroalimentación positiva de la respuesta sexual en la fase de excitación.
El papel que juega la Testosterona (T) en el deseo sexual femenino hoy día resulta evidente y aceptado; fue popularizado por Kaplan desde 1979 (2), hecho que se ha comprobado posteriormente de manera feaciente en el campo clínico y experimental por diversos autores. Sin embargo, sea dable dar el crédito al doctor Robert Greenblatt, profesor de endocrinología de la Universidad de Georgia (USA) que fue en 1950 el primero en proponer el empleo de T en la mujer (18); poco después en 1959 el doctor Waxemberg del Instituto Sloan Kettering de N. York ofreció la evidencia de que la T es la hormona responsable del deseo sexual no solo en hombres sino también en mujeres (18). La psiquiatra y sexóloga Susan Rako afirma que “la sexualidad femenina sin testosterona es como una casa sin cimientos” (18) La fisiología sexual de la mujer incluye la producción de una cantidad crítica de T no solo para el desarrollo de todos los tejidos sino también para que pueda experimentar energía vital y líbido. El córtex de la gl. suprarrenal y ovarios producen andrógenos en la mujer, de los cuales el más potente es la T. En las púberes las suprarrenales comienzan a producir T antes que los jovencitos, lo que explicaría el cómo y por qué las mujeres maduran más temprano, en general, que los varones (18). Luego, en la adolescencia y de allí en adelante la producción de T continuará de tal manera que las mujeres generan 0.3 mgr. al día, mientras en los hombres es veinte veces más, unos 7 mgr./día. La T libre (la no ligada a la proteína -GLSH-) es la actuante, de manera que la mujer tiene tan solo un 1 a 3% de T libre, para efectos tisulares; con la edad la GLSH aumenta (también en el hombre) lo que explica que en la vejez quede menos cantidad de T libre actuante. Sin embargo, no solo se trata de cantidad sino que cuentan la sensibilidad de los receptores del cerebro con un papel prepoderante, de tal manera que la calidad de su impregnación es la que da el resultado final del deseo sexual en su componente químico.
Al fin de cuentas los receptores hormonales son una familia de proteínas dentro del núcleo, que se ligan específicamente a las hormonas y algunos tienen áreas de activación transcriptora de funciones. Aquí no solo pues, juega el papel cuantitativo sino la habilidad de recepción. Pues si no fuese así, podría entonces afirmarse que el hombre tendría, en todos los casos, veinte veces más deseo sexual que la mujer, lo que no resulta cierto. Los receptores cerebrales de la T están concentrados en áreas implicadas con la sexualidad y las emociones. La cantidad crítica de T desciende después de la menopausia lo que en muchas mujeres produce un descenso en la líbido (19). Muchas mujeres tratadas con estrógenos pueden mejorar otros aspectos de la respuesta sexual, pero no logran mejorar la líbido debido a que esta desciende debido a una baja de T, de manera que en ellas la estrogenoterapia resulta fallida y paradójicamente una barrera que hace menos aprovechable la poca T que estas mujeres tienen (18). Los bajos niveles de T se asociacian al bajo deseo así como también a la disminución de la sensibilidad genital, de la líbido y del orgasmo. Estudios que datan desde 1984 han demostrado el éxito en casos de bajo deseo sexual en mujeres tratadas con T en forma de pellets (20). Sin embargo la FDA aún no acepta los tratamientos con T para las mujeres.
La disfunción del eje hipotálamo/hipófisis, la menopausia o la falla prematura ovárica así como la anticoncepción oral prolongada, son las causas hormonales más frecuentes de DSF afectándose en especial el deseo y la líbido (13).
Por supuesto que en ausencia de etiología orgánica, el factor emocional cuenta de manera importante en el trastorno del deseo sexual en la mujer, más que en el hombre. Pues ella depende más de las situaciones psicosociales que le son más influyentes y explican la vulnerabilidad resultante. El aspecto educativo (educación sexual familiar restrictiva) las sociales (preceptos inhibitorios) y las de pareja (compañero inadecuado) juega un papel preponderante en el deseo sexual femenino, mucho más que en el masculino.
No es extraña entonces la afirmación de que las causas más frecuentes de Inhibición del deseo o Bajo deseo sexual (BDS) están en la discordia o inadecuación de la pareja, así como en el bajo factor receptivo de la T, y que la retroalimentación entre la química y la actitud es tan importante, “que los actos sexuales generan dopamina y esta a su vez genera más actos sexuales” (25). De todas maneras es de tener en cuenta que aquí no solo juega papel el aspecto hormonal ya que psicológicamente el deseo sexual es el resultado de las conductas, las creencias y las motivaciones.
sábado, 22 de noviembre de 2008
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario