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miércoles, 8 de julio de 2009

Los puntos G de los hombres

Se habla con frecuencia del punto G de las mujeres, del clítoris y de otras zonas erógenas. Más de un manual se ha escrito sobre el tema. Pero en el caso de los hombres se suele encontrar una rápida y efectiva respuesta al acariciar directamente sus órganos sexuales, y en realidad hay mucho más. Recientes publicaciones aportan luz sobre varios puntos G, que cual espoletas de las granadas, les hacen "estallar de placer". Son zonas con abundantes terminaciones nerviosas que incrementen la estimulación, la intensidad de los orgasmos y la potencia de las eyaculaciones.


Las zonas erógenas del cuerpo masculino

El primero punto G masculino se ubica entre el labio inferior y la barbilla, justo en ese hoyito más menos visible que suele pasar desapercibido. En él puedes detenerte con caricias y besos de todo tipo.

El segundo es la nuez de Adán, que además de ser uno de los rasgos más notables de de diferencia sexual entre hombres y mujeres, es muy sensible a los besos húmedos y los roces delicados con el más erógeno de los órganos humanos: la piel.

La tercera se esconde justo bajo el hueso del tobillo y tiene unas profundas e insospechadas conexiones directas con los órganos sexuales masculinos

El cuarto es bien visible, pero sufre de prejuicios, se trata de las tetillas. Los pezones de los hombres son tan sensibles como los de las mujeres, pero no pocos piensan que responder a los estímulos en estas zonas, igual que en el ano, las nalgas, o la próstata compromete su masculinidad. Error!!!

Te toca a ti, si estás en ese caso, persuadir a tu pareja y llevarlo a descubrir las fuentes de placer que su cuerpo oculta, pero debes hacerlo poco a poco, con paciencia y cuidado, una respuesta negativa podría apagar la llama en lugar de avivarla. Recuerda que el sexo se rige por el cerebro y en él actúan, además de estímulos físicos, patrones culturales y conductuales que regulan nuestras respuestas.

Pero volvamos a las tetillas. Puedes jugar ellas y sobre todo con los pezones, acariciarlos con la yema de los dedos haciendo círculos a su alrededor con movimientos lentos y mirando los ojos de tu pareja. También puedes morderlos con suavidad, soplarlos, humedecerlos...

El quinto punto seguramente lo has rozado en más de una ocasión de juegos amorosos pero la revelación ocurrirá cuando te detengas en él. Se trata del pliegue entre el pene y los testículos. Los sexólogos coinciden en que es probablemente uno de los menos explorados pero en los que el estímulo es siempre positivo y de acción prolongada.

El sexto es también conocido como la zona de la fascinación del hombre, el perineo, la zona que dista entre el final del escroto y el ano. Para que las caricias, besos y roces en esa zona sean verdaderamente inolvidables se requiere de una relación desprejuiciada y también de una adecuada higiene del área en cuestión. Una vez conseguido esas dos condiciones, solo resta entregarse con amor y deseos.

Bebedor moderador tiene más deseo sexual

Se dice que fue el dramaturgo inglés William Shakespeare quien sentenció aquello de que el alcohol despierta el deseo sexual pero impide su consumación. Pero más allá de su origen literario o no, lo cierto es que el consumo excesivo de esa sustancia clasifica entre las causas más probables de la disfunción eréctil masculina y la disminución de la libido en ambos sexos.

Acerca del tema se han desarrollado varios estudios que dejan clara la evidencia de que el alcohol tiene una influencia letal sobre las funciones sexuales y particularmente entre el 3 y el 65 por ciento de los hombres alcohólicos refieren disfunciones sexuales más o menos graves.

Bebedor moderador tiene más deseo sexual


Pero recientemente los resultados de una investigación desarrollada en Australia en la que aseguran que los “bebedores moderados” refieren un 30% menos de problemas sexuales que los abstemios.

La explicación a tal conducta está en que el hábito de consumir alcohol eventual y moderadamente suele corresponder a un estilo de vida más cercano al disfrute de los placeres. Mientras que la abstinencia total se relaciona con un sentido puritano y de contención que podría contaminar también el ámbito de las relaciones sexuales.

Es decir, la propuesta de los australianos es bien clara: ni alcohólico, ni abstemio pues ambos extremos suelen acumular mayor porcentaje de trastornos de diversos tipos: personalidades obsesivas, déficits de autoestima, etcétera.

Pero conseguir la categoría de “bebedor moderado” no es fácil pues no todas las personas tienen el “aditivo” sicológico que les permite mantener una relación saludable con el alcohol y es frecuente que terminen adictos, conducta en la que se ha hallado incluso cierto componente genético.

Los secretos del orgasmo femenino

La sensación subjetiva de orgasmo está centrada -en la región pélvica- en el pene, en la próstata y en las vesículas seminales en los hombres y en el clítoris, en la vagina y el útero de las mujeres.

El orgasmo es una experiencia de corta duración, de no más de diez o doce segundos, con una intensidad difícil de explicar en palabras. Que las mujeres no tengan la facilidad de tener orgasmos que sí tienen los hombres, no tiene nada que ver con el tipo, la manera, o el modo de obtenerlos.

De hecho, la incapacidad de alcanzar el orgasmo durante el coito, a pesar de una respuesta plena ante otras formas de estimulación sexual, constituye la queja más común de las mujeres que buscan ayuda de los terapeutas sexuales.

Los orgasmos femeninos pueden ser obtenidos acariciando el clítoris o la zona aledaña a él. Para ello, debemos advertir que lo que conocemos por "clítoris", es apenas la parte visible y palpable de un órgano muy complejo y extenso, que hunde sus raíces cabalgando sobre la entrada del conducto vaginal, por detrás de los labios mayores y menores de la vulva.

No existe el orgasmo femenino sin la intervención del clítoris. Inclusive aquellas mujeres que dicen que sólo logran el orgasmo con la penetración, se sorprenderían si supieran que lo obtienen porque el pene roza la entrada de la vagina, y golpetea con el hueso pubiano y las bolsas testiculares la zona de la vulva.

Esto quiere decir que se excita el clítoris de muchas maneras, porque se encuentran en él los cuerpos cavernosos (igual que en el pene) que se llenan de sangre con la excitación y el roce.

Se trata de aquella región pequeña -que se toca como una pequeña fosita en el techo del conducto vaginal y en la entrada del
mismo- conocida como "Punto G", que hace relieve cuando la mujer se encuentra excitada sexualmente.

Este punto se encuentra situado en la cara anterior de la vagina, a medio camino entre el hueso del pubis y el cuello uterino, a unos tres centímetros del exterior de la vagina.

Puede sorprender, pero los 2/3 superiores de la vagina carecen de terminaciones nerviosas. Por lo tanto, carece de sentido, hoy en día, hablar de distintos tipos de orgasmo.

Todos los orgasmos, directa o indirectamente, tienen intervención del clítoris.

Para estimular el punto "G", apoye el dedo suavemente y de una forma acompasada sobre el punto descrito, modificando el ritmo según el resultado obtenido.

Este tipo de caricia requiere de mucho tacto ya que el hombre puede acelerar o ralentizar, aumentar o reducir la presión y con ello hacer variar el grado de excitación de su pareja.

Se recomienda que para efectuar este tipo de caricias las manos estén completamente limpias, las uñas bien cortadas y limpias, y no estaría de más utilizar un poco de crema o aceite lubricante a fin de hacerlas más suaves si cabe.

Las sensaciones obtenidas serán de menor intensidad que las del orgasmo clitorideo, pero permitirán un orgasmo más rápido y mayor número de repeticiones, que pueden ser simultáneas con la estimulación del clítoris y otras zonas erógenas.

La estimulación del Punto G mediante la introducción del pene resulta difícil si no se ayuda con la estimulación manual, especialmente en aquellas mujeres que tengan la vagina distendida por los partos.

La variedad de la obtención del orgasmo femenino, la experimentación, la posibilidad de goce de diferentes maneras, proporciona una idea aproximada de la salud mental, no sólo sexual, de la mujer.

Y hoy, a comienzos del siglo XXI, la salud mental de una persona, es medida por la posibilidad de tener opciones.

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