Se habla con frecuencia del punto G de las mujeres, del clítoris y de otras zonas erógenas. Más de un manual se ha escrito sobre el tema. Pero en el caso de los hombres se suele encontrar una rápida y efectiva respuesta al acariciar directamente sus órganos sexuales, y en realidad hay mucho más. Recientes publicaciones aportan luz sobre varios puntos G, que cual espoletas de las granadas, les hacen "estallar de placer". Son zonas con abundantes terminaciones nerviosas que incrementen la estimulación, la intensidad de los orgasmos y la potencia de las eyaculaciones.
Las zonas erógenas del cuerpo masculino
El primero punto G masculino se ubica entre el labio inferior y la barbilla, justo en ese hoyito más menos visible que suele pasar desapercibido. En él puedes detenerte con caricias y besos de todo tipo.
El segundo es la nuez de Adán, que además de ser uno de los rasgos más notables de de diferencia sexual entre hombres y mujeres, es muy sensible a los besos húmedos y los roces delicados con el más erógeno de los órganos humanos: la piel.
La tercera se esconde justo bajo el hueso del tobillo y tiene unas profundas e insospechadas conexiones directas con los órganos sexuales masculinos
El cuarto es bien visible, pero sufre de prejuicios, se trata de las tetillas. Los pezones de los hombres son tan sensibles como los de las mujeres, pero no pocos piensan que responder a los estímulos en estas zonas, igual que en el ano, las nalgas, o la próstata compromete su masculinidad. Error!!!
Te toca a ti, si estás en ese caso, persuadir a tu pareja y llevarlo a descubrir las fuentes de placer que su cuerpo oculta, pero debes hacerlo poco a poco, con paciencia y cuidado, una respuesta negativa podría apagar la llama en lugar de avivarla. Recuerda que el sexo se rige por el cerebro y en él actúan, además de estímulos físicos, patrones culturales y conductuales que regulan nuestras respuestas.
Pero volvamos a las tetillas. Puedes jugar ellas y sobre todo con los pezones, acariciarlos con la yema de los dedos haciendo círculos a su alrededor con movimientos lentos y mirando los ojos de tu pareja. También puedes morderlos con suavidad, soplarlos, humedecerlos...
El quinto punto seguramente lo has rozado en más de una ocasión de juegos amorosos pero la revelación ocurrirá cuando te detengas en él. Se trata del pliegue entre el pene y los testículos. Los sexólogos coinciden en que es probablemente uno de los menos explorados pero en los que el estímulo es siempre positivo y de acción prolongada.
El sexto es también conocido como la zona de la fascinación del hombre, el perineo, la zona que dista entre el final del escroto y el ano. Para que las caricias, besos y roces en esa zona sean verdaderamente inolvidables se requiere de una relación desprejuiciada y también de una adecuada higiene del área en cuestión. Una vez conseguido esas dos condiciones, solo resta entregarse con amor y deseos.
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